
Cruzarse con un gato negro fue signo de mal agüero; en cambio, su aparición en un banquete de bodas era una señal de matrimonio afortunado; entre tahúres y aficionados a la apuesta era cosa de buen tono el sobar el lomo a un gato antes del envite y la partida; además, en estos días de lotería navideña, todavía encontramos que muchas administraciones llevan como rótulo y reclamo el nombre de gato Negro.En otro orden de asuntos, acerca del animal, una de las apariencias más usuales del espíritu maligno ha sido en forma gatuna, por ello siempre hubo quien encontrara relación entre el felino y la hechicería, contando que con sus grasas y pellejos podían elaborarse ungüentos y pomadas de diversa utilidad; además, podría encontrarse sin esfuerzo en el folclore tradicional un listado interminable de viejos cuentos y leyendas que hablan de la aparición del diablo con forma de gato.

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